Causas de la apendicitis

La apendicitis es la causa más frecuente para una intervención quirúrgica abdominal. Se trata, como su nombre puede hacer suponer, de la inflamación del apéndice intestinal. Este apéndice se encuentra al inicio del intestino grueso, en la zona inferior derecha del abdomen. Su inflamación afecta a la mucosa, el tejido linfoide y la capa muscular que lo componen. Llamativamente, el problema de la apendicitis no radica en la inflamación del apéndice, sino en dejar evolucionar el cuadro sin un diagnóstico correcto.

Si no llegara a diagnosticarse a tiempo, podría provocar que el apéndice termine por necrosarse (literalmente pudrirse) en el interior de nuestro organismo, dando como resultado una situación de extremo peligro para la vida del paciente. Pero, ¿qué factores pueden llevar a provocarnos la apendicitis?

El apéndice no tiene ninguna función conocida en nuestro organismo. Es probable que sea un vestigio evolutivo como el cóccix.

El único tratamiento efectivo es la extirpación quirúrgica del apéndice

Posibles causas de la apendicitis

El consenso general es que la apendicitis ocurre debido a una obstrucción del apéndice. Puede ser consecuencia de restos de comida o heces que se alojan allí: el apéndice se inflama y luego se infecta.

Las causas exactas de la apendicitis no son conocidas. O, al menos, médicos y especialistas no logran ponerse de acuerdo en ello. Tratando de encontrar patrones en la cantidad de personas que han atravesado por la circunstancia de padecer apendicitis, se han podido establecer  diferentes motivos:

  • Hiperplasia de folículos linfoides: es, claramente, la causa más frecuente. Los folículos linfoides que componen el apéndice se comportan de manera similar a las amígdalas de faringe, así que si se infectan se inflaman y crecen. Dado que la mayoría de los casos de apendicitis ocurren entre los 10 y los 30 años, se especula que a una edad temprana nuestro organismo pueda ser más propenso a ello.
  • Apendicolito o fecalito: es, por lo estudiado, la segunda causa más frecuente. Desde la escuela primaria sabemos que por el intestino grueso circula la masa fecal que expulsaremos como desechos. Por azar, o por motivos que aún no se determinan, una pequeña porción fecal puede obstruir la luz apendicular. En estos casos, se ha podido apreciar que una porción de los pacientes mantenía una dieta baja en fibra. De ahí se puede asociar el aumento del reservorio de heces en el intestino grueso, dado que la falta de fibra en nuestra dieta hace más lento el tránsito fecal.
  • Cuerpos extraños: de la misma forma que un fecalito, cualquier cuerpo extraño que pudiéramos haber ingerido podría obstruir la luz apendicular. Siempre y cuando tuviese el tamaño adecuado, claro está.
  • Microorganismo y parásitos: ya sea porque obstruyen directamente la luz apendicular  o porque la inflamación de los folículos linfoides. Los estudios muestran que el microorganismo más relacionado con la apendicitis es la Yersinia pestis, una bacteria que pueden portar los roedores.
  • Traumatismos: aunque existen pocos reportes de casos a nivel mundial, en ellos se establece que los pacientes alegan haber sufrido un trauma abdominal horas antes de ser diagnosticados de sufrir una apendicitis.
  • Tumores: si bien es muy raro que provoquen una apendicitis, se han visto casos en los que han aparecido en el propio apéndice.

La apendicitis no siempre presenta síntomas claros, por lo que a veces se retrasa el diagnóstico. Pero una vez detectada, el único tratamiento efectivo es la extirpación quirúrgica del apéndice para evitar consecuencias mayores, como la peritonitis, que podrían resultar mortales.

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