Causas de la Revolución Mexicana

A la Revolución Mexicana, que comenzó el 20 de noviembre de 1910 y se extendió por una década, se la reconoce como la primera gran revolución del siglo XX. Esto es debido a que fue una revolución política, social y cultural que no solo afectó a México, sino que su vecino del norte (Estados Unidos) sufrió también el impacto de sus consecuencias.

Para el final de esa década, cerca de 900.000 mexicanos abandonaron el país. Es que la única alternativa para el que no quería participar de la lucha armada era emigrar, huir de la tierra donde había nacido.

La situación económica

Una serie de leyes promulgadas entre 1856 y 1894 hizo que para 1910 sólo el 1% de las familias mexicanas controlaran más del 80% de las tierras cultivables, pero ociosas. Esas mismas leyes protegían a los hacendados y ahogaban con impuestos a los pequeños productores. Esto produjo algún que otro principio de rebelión entre la población indígena que fueron sofocados de manera brutal, creando un anhelo de revancha latente.

La Revolución Mexicana la primera gran revolución del siglo XX

Otro punto destacable es el impulso de la explotación petrolera que tuvo el país a comienzos del siglo XX. Explotación que fue concesionada a empresas foráneas como Standard Oil y la Royal Dutch Shell. Se produjo así un fuerte desarrollo industrial, con inversiones extranjeras protegidas por el gobierno que explotaban materia prima.

La crisis financiera ocurrida en Estados Unidos al caer la Bolsa de New York, en octubre de 1907 y conocida como el pánico financiero, también tuvo consecuencias en México. Disminuyeron las exportaciones y se encarecieron las importaciones, comenzó un período de fuerte desempleo y bajaron los ingresos de quienes tuvieron suerte de conservar su trabajo. Para empeorar la situación, entre 1908 y 1909 el país sufrió una sequía que afectó la producción agrícola, especialmente del maíz que debió ser importado. Sumado al encarecimiento de las importaciones (por el pánico financiero), la nueva crisis golpeó a casi el 85% de la población.

En conjunto, la disminución de toda actividad económica redujo los ingresos del gobierno que, como salida, decidió aumentar impuestos y la base fiscal. Eso impactó directamente tanto en la clase media como en la clase alta que no pertenecía al grupo de “influyentes”. Así, la imagen del gobierno cayó abiertamente, alimentando el germen para la Revolución Mexicana.

La situación social

Durante el gobierno de Porfirio Díaz, que gobernaba desde 1876, la mayoría de la población mexicana dependía exclusivamente del salario rural. Para peor, la circulación de dinero era prácticamente nula dado que se les pagaba con mercadería. Esta fue una práctica común, como la contratación mediante engaños o la creación de una deuda que el campesino se veía “obligado” a pagar.

Las leyes, si acaso alguna protegía al campesino, no se aplicaba dentro de las hacienda, cuyos dueños veían a los trabajadores como esclavos  o, en el mejor de los casos, objetos de propiedad. Incluso existían cuerpos especiales, casi policíacos, que se ocupaban de mantener “la paz” entre los trabajadores.

En 1908, los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón profundizaron su lucha en defensa de la clase obrera y hasta llegaron a organizar un levantamiento popular. Pero no lograron una gran repercusión y la influencia que ejercían decayó enseguida.

La situación política

México había estado, desde 1876, bajo el régimen conocido como el Porfiriato. Este término proviene del nombre del presidente Porfirio Díaz, que convirtió su mandato en un gobierno dictatorial que parecía perpetuarlo en el poder. A él y a su grupo de allegados, divididos entre “los Científicos” y “los reyistas”. Los primeros, llamados así por sus aires intelectuales; y los otros, simplemente por ser seguidores de Bernardo Reyes, un militar leal al presidente.

Claro que el paso del tiempo es ineludible, por lo que ante el envejecimiento de Díaz llegaron las peleas internas entre su grupo cercano. Estas disputas por sostener el poder tras la inevitable sucesión los dividió, creando concentraciones de poder político y económico en diferentes regiones. Y para añadir leña al fuego, el propio presidente comenzó a hablar públicamente sobre su posible abandono del poder.

Con este escenario, comienzan a formarse partidos con la intención de participar en las próximas elecciones. Pero Díaz decide dejar atrás su retiro y promueve una nueva reelección. Así, surge el Centro Antirreeleccionista, que propone a Francisco I. Madero como figura principal y comienza una campaña por todo el país. En mayo, Madero es arrestado bajo la acusación de promover la rebelión. Durante su estancia en prisión, se realizan las elecciones y Díaz resulta vencedor.

Logrando huir hacia Texas, Madero redacta el llamado Plan de Potosí, un documento que convoca a la lucha armada, proclamándose a sí mismo presidente y jefe de la Revolución. La fecha establecida para el inicio de la Revolución Mexicana era el 20 de noviembre. Y llegado ese día se produjeron trece levantamientos, siendo el de Durango el primero.

De estos levantamientos surgirían las dos grandes figuras de la Revolución Mexicana: Francisco “Pancho” Villa, desde el norte, y Emiliano Zapata desde el sur.

La Revolución Mexicana pudo haber concluido en 19717, al aprobarse la nueva Constitución. Pero las promesas incumplidas de Venustiano Carranza, el presidente electo, la mantuvieron viva hasta 1920. Recién con su asesinato, y la toma del poder por parte del General Álvaro Obregón, puede afirmarse que el período revolucionario había terminado.

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